Edición dedicada a Lola ♥
Capítulo 01: ¡Cosmos centellante! Milo, investiga en la arena
Saori Kido es la reencarnación de Atenea en esta tierra, ella vela por todos en la tierra, por el orden y la justicia. La leyenda nos dice, que los caballeros siempre aparecen cuando las fuerzas del mal intentan apoderarse de este mundo, en un tiempo lejano, existió un grupo de jóvenes que protegían a Athena, la Diosa de la guerra, se los llamaba los caballeros de Athena, y siempre luchaban sin armas.
Se cuenta que con un revés de la mano, eran capaces de desgarrar el cielo, y que de un solo puntapié, abrían grietas en la tierra.
Hoy de nuevo un grupo de caballeros, con el mismo poder, e idéntico valor, ha llegado a la tierra.
*
-¡Athena!- gritó entonces Milo, uno de los caballeros dorados de la misma, que se aproximaba con velocidad, haciendo repiquetear el zapato de su armadura. La misma de oro, esplendorosa e penetrante, era lo único que brillaba mientras aquel atardecer terminaba de apreciar el declinar del día.
-¿lo has sentido, verdad?- dijo la misma, sentada entre sabanas de seda y cojines haciendo un perfecto desastre en aquel rincón de su recinto sagrado, hecho de piedra caliza, una perfecta cámara del tiempo a la Grecia antigua, y a su imperio bravío.
El mismo se detuvo frente a ella, acto seguido hizo una reverencia, para quedarse arrodillado frente a ella, asintiendo con vigor. Ella se levantó con lentitud.
-¿Qué ha sido ese extraño cosmos? ¡Ha parecido un estallido total!-
-entiendo tu preocupación- respondió Athena al instante, pensando muy bien en sus palabras siguientes, -no viene hacia acá, entiendo que todos estén alarmados, pero el santuario no está en peligro- finalizó, segura de dar en el clavo exacto
-¿Santuario? ¡No es lo que me preocupa! Y sé que a los demás caballeros tampoco- inquirió con respeto Milo, Saori permaneció en silencio por unos segundos, cerrando los ojos ante el escrutinio certero de los ojos azul grisáceo del caballero escorpión.
Sin más ni más otro estallido se hizo paso por el lugar, Saori abrió sus ojos con velocidad, sintiendo otra vez aquella ola errática de energía cósmica, bañando de manera efímera y centellante aquel lugar.
Milo se levantó de inmediato, completamente consternado.
-Está en peligro, Athena- insistió.
Saori solo guardó silencio.
-Milo… dime, ¿es cierto que los escorpiones viven entre las arenas del desierto?- inquirió sorpresivamente Saori, que en un segundo, dio media vuelta dándole la espalda al caballero escorpión
-es uno de sus terrenos,- respondió un tanto confundido –suelen tener destreza en esos ambientes, debido a su anatomía-
-¡Perfecto!- sonrió Saori –no estoy segura de que es exactamente lo que sucede, sin embargo, puedo sentir una angustia aquí, en mi pecho- dijo ella posando su brazo derecho sobre su corazón, reflejando en su apacible rostro la marca de su angustia.- Puedo contar contigo, ¿verdad?-
-¡La pregunta es necia, su eminencia!- espeto Milo -¿qué es lo que necesita?-
*
Seiya había regresado luego de largos meses de viaje alrededor de Japón por fin a la fundación, debido a un extraño sentimiento que pareció preocuparlo no solo a él. Aquel extraño estallido de cosmos, tan repentino, tan poderoso.
-¡Hacía mucho que no comía tanto!- exclamó el mismo, estirando ambos brazos, mientras salía de las instalaciones del orfanato junto a Mino, la misma con una hermosa sonrisa dibujada en sus labios lo seguía
-si, Seiya… pareces hasta más delgado-
-¡Solo estoy más guapo!- apuntó Seiya de manera de burla, Mino acompañó entre risitas al caballero Pegaso luego de teñir sus mejillas de un lindo color carmín
-tan ocurrente como siempre- sonrió ella
-Bien Mino- dijo Seiya luego de recobrar su respiración habitual –muchas gracias por todo, pero, tengo que ir ahora a las instalaciones de la fundación-
La chica bajó su cabeza con un dejo de tristeza al oír las palabras del ojos castaños, allí lo vería partir otra vez, y debía nuevamente tragarse su zozobra.
-creí que vendrías a descansar-
-lo siento Mino, en realidad dejé la búsqueda de mi hermana porque… sentí algo extraño- dijo Seiya acercándose a ella, advirtiendo el rostro de tristeza que adoptó la chica. –No puedo explicar mucho… solo que debo ir a la fundación-
-sucederá algo malo, ¿verdad?- dijo la chica con voz baja
-¿a qué te refieres?- cuestionó Seiya
-Shiryu, Hyoga y Shun llegaron en la mañana y tarde de hoy respectivamente, me aseguraron, luego de preguntarme si todo estaba bien, que de seguro tú llegarías después.- confesó la chica de coletas, apartando su mirada a la deriva y alejándose de Seiya casi automáticamente, como temiendo que este la observase directamente a los ojos y la hiciese explotar sin remordimientos.
-¿Están aquí? ¿Porqué no me habías dicho nada?- dijo exasperado Seiya, apretando sus puños, preparado para dar media vuelta y correr hacia la fundación, sin embargo, fue en ese mismo instante en el que, el silencio de Mino lo detuvo.
Si, el silencio. Ella siempre acostumbraba gritarle, correrlo, pero hablaba y se despedía, aunque fuese solo a regañadientes, ¿qué sucedía entonces? ¿qué había cambiado?.
Silencio, alguna vez escuché de alguien decir que el mismo, gritaba cosas.
Seiya se detuvo, y deslizó su mano hacia su bolsillo, el de su blue jeans desgastado. Encontrando un collar de plata que había comprado hacia un par de días. Dio media vuelta, y con un andar lento y arrepentido, se acercó nuevamente a Mino, que distinguió con sus manos sobre su cara.
-Osaka es precioso- dijo con voz de nostalgia, -investigando, me encontré con un mercado de antigüedades, no sé si es autentico… pero- le extendió entonces, con su mano abierta, el collar que reposaba sobre la palma de la misma –debo admitir que es especial, y por eso me recordó a ti-
Mino apartó lentamente las manos de su rostro y miró fijamente aquel sencillo collar, plateado, que brillaba con los destellos de luz que regalaba la luna que hacía poco había aparecido. Lo tomó entre sus manos y miró a los ojos a Seiya, mientras este, le dedicaba una sonrisa.
-dime Seiya, ¿Cómo van las cosas con Saori?- dijo Mino de pronto, el mismo la miró impresionado, y luego prensando en la respuesta, fue él quien llevó su mirada hacia la deriva.
-la última vez no acabamos en buenos términos, pero esté o no de acuerdo con ella en algunas cosas, mi deber es protegerla, pase lo que pase.-
Permanecieron en silencio por unos segundos. Mino apretó ambos puños
-espera un segundo Seiya- dijo ella, y dio media vuelta corriendo dentro del orfanato.
-¿qué sucede Mino?- exclamó confundido Seiya, viéndola desaparecer por la puerta de entrada, infló una mejilla cruzándose de brazos mientras esperaba a Mino. Vaya que era una chica complicada, por más que lo intentaba no lograba entenderla casi nunca, soltó un suspiro bajando su cabeza al suelo. -¿esto es acaso algo así como intuición de caballero?- se dijo a sí mismo, pensando entonces en aquel sentimiento extraño de desequilibrio y peligro. Se comenzaba a preocupar, ya que, si sus amigos habían asistido igual que él a aquel lugar quizás quería decir que sintieron lo mismo, entonces… puede ser una mala señal.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando Mino estuvo nuevamente frente a él hasta que vió flotar entre la atmósfera otro dije de un collar, pero esta vez, uno de color dorado. Levantó su mirada de inmediato divisando atentamente a la chica y a aquel hermoso collar de oro que le extendía.
-esto es lo único que tengo de mi familia, los hombres de la misma acostumbraban a dárselos al amor de su vida, así, luego, sería llevado al hijo varón siguiente, sin embargo, para desgracia quizás de mis padres, nació fue una niña- sonrió Mino con nostalgia –como yo quizás no podré dárselo a… Se-Seiya- tartamudeó de un momento a otro -¡Seiya, quiero que te quedes con él y se lo des a la persona que enserio te guste! ¡Con la que quieras pasar el resto de tu vida!-
Seiya abrió sus ojos más de lo normal.
-p-pero…-
-¡nada de peros! ¡Tómalo y vete! ¡Si no enserio te odiaré Seiya!- gritó Mino, Seiya con duda tomó el collar entre sus manos, iba a decir algo, pero Mino lo volvió a interrumpir -¡Adiós Seiya!, no olvides que tienes que regresar para decirme a quién se lo diste-
El chico ojos castaños se quedó mirándola por unos segundos más, y ante su mirada determinada, asintió y dio media vuelta para irse corriendo hacia la fundación, dejando entonces atrás a la chica, que antes de soltar una lagrima de desahogo, sonrió medianamente.
*
Shun yacía contra la pared, en silencio. Estaban en la sala de estar de la mansión Kido. Hyoga y Shiryu discutían lo obvio, lo que parecía, era la noticia bomba de ese día, aquel, estallido de cosmos.
¿Qué podría ser? ¿De dónde provenía? ¿Acaso estaban en pié a otra guerra santa?
-sea cual sea el caso, debemos estar preparados- finalizó Hyoga a la polémica, que solo era discutida en realidad entre el caballero cisne y el dragón, Shun permanecía en silencio, con una actitud… bastante extraña si se resalta su forma de ser.
-¡chicos!- dijo Seiya entrando de pronto
-¡Seiya!- dijeron a coro los que se encontraban en la sala de estar, acercándose a él, claro, solo Hyoga y Shiryu, Shun permaneció en la pared, solo que ahora con las manos en los bolsillos de sus pantalones blancos.
-qué bueno que llegaste…- Dijo Shiryu, en ese mismo instante, escucharon un grito de Thatsuki, el encargado inmediato de la fundación y el orfanato después de Saori. Corrieron a la cocina de donde parecía provenir dicho grito, cuando abrieron la puerta, divisaron a un personaje de pequeña estatura, que insistía en recibir una galleta por parte del amargado sujeto
-¡Kiki!- gritó Seiya, el mismo luego de tomar una galleta a la fuerza y morderla se acercó a los caballeros de bronce
-El maestro Mu me ha enviado a decirles que han sido llamados por Athena desde el santuario, ya que han enviado a Milo a una investigación en Egipto, al parecer… hay peligro otra vez…-
To be continued
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