Como cada canción entonada a orfeón bajo la lluvia que creó Athena sobre la tierra al llorar de dolor,
como su rocío hizo danzar rosas, y renacer el alma de los guerreros.
*
Las rosas rojas, son rosas de culpa.
*
Capítulo 03: Delirios y olor escarlata
Era un olor metálico, clara estaba aquella certeza de que era una mezcla de olores a inciensos y sangre, pero… ¿por qué olía tanto a sangre? ¿Por qué todo estaba completamente oscuro?
Yo soy el Ayer y conozco el Mañana. Soy el dueño de renacer por segunda vez, misterio del alma, creadora de los dioses y productora de los alimentos para quienes acceden al oeste del cielo, timón del este, Señor de las caras que ven por su resplandor, Señor de la resurrección que sale de las tinieblas.
-Shun… ¡Shun! ¡Levántate! ¡Puedes hacerlo!-
Aquella era una voz femenina, llamaba a Andrómeda… a Shun de Andrómeda, pero él estaba inconsciente quien sabe donde… un momento, ¿de quién es la voz femenina? ¿Por qué lo llama?
-Ikki…- murmuró entonces Shun, que comenzó a sentir de nuevo, y como si estuviese despertando de un letargo bastante largo, extendió su brazo, adormecido entre las tinieblas que se reflejaban de lleno en sus ojos sellados, fue entonces cuando se dio cuenta que estaba desplomado boca abajo sobre el frío suelo, y que de sus manos provenía el olor metálico y sangriento.
Abrir los ojos, tiene que abrir los ojos.
Pero no hay modo de lograrlo.
-¡Shun! ¡Despierta!- continuaba gritando la voz femenina
-Hermano- volvía a agonizar Shun. ¿Qué era todo aquello? ¿Por qué estaba tan oscuro?
-Shun, si de verdad es lo que prefieres… es lo que haré, después de todo, nadie regresa de La Duat con vida-
¡Espera! ¿¡Qué estás a punto de hacer!? Porque… ¿Por qué hay tanta desesperación de por medio?.
*
-¡Shun! ¡Shun, despierta!- ahora no era una voz femenina, era una voz masculina y bastante conocida, pero no tenía ganas de abrir los ojos. Hasta que aquel que lo llamaba insistentemente golpeó su cabeza con fuerza media. Uno de los ojos de jade se Shun se abrió, seguido del otro.
-¿Porqué actúas tan extraño?- gritó el responsable del golpe, Seiya
-¿¡Y tenías que despertarlo de manera tan grosera solo para preguntar eso!?- inquirió de manera sarcástica Hyoga
-¿Estás bien?- le susurró Shiryu, Shun asintió de inmediato y con lentitud
-Bien, ¿ves? Es un caballero, un golpe como ese no puede ser mucho- dijo Seiya
-¡Basta de fanfarronadas Seiya! ¡Cállate y deja hablar a Shun!-
-¿Porqué no te callas tú primero?-
-¡Estoy tratando de descubrir que es lo que le sucede a Shun!-
-¿Y qué crees, que yo no quiero saberlo?-
-¡Para enterarnos primero deben callarse los dos!- sentenció Shiryu, fue suficiente para que Hyoga y Seiya dieran por ‘terminada’ aquella pequeña riña de niños de primaria. Entonces Shun se vio en el interior del Jet privado de Saori, recordó que lo habían abordado minutos antes de quedarse al parecer dormido. Se restableció sobre su lugar, y ante el escrutinio de sus amigos, Seiya y Hyoga en los asientos delante de él y Shiryu a su lado izquierdo pensó bien en qué diría. Pero era algo, ¿Cómo decirlo? Difícil, ni siquiera él sabía que era lo que sucedía.
-Nada- susurró finalmente
-¿Cómo que nada? ¡Estás bastante callado!, es algo…- comenzó a decir Seiya –extraño-
-Él tiene razón, ¿estás seguro de que nada te sucede?- dijo Hyoga
Shun viró su vista hacia la ventana que se encontraba a su lado.
-Estoy preocupado- apuntó seguro de que los chicos lo malinterpretarían. Por ello soltó un suspiro de resignación.
-¿Es porque no has visto a tu hermano?, estoy seguro de que está bien- dijo Seiya inmediatamente, seguro de que esa era la razón
-exacto, recuerda que no le gusta estar en grupo, quizás por eso no llegó a la fundación, probablemente esté yendo a Grecia, ¡Quizás esta en Egipto!- señaló Hyoga, sin embargo, fue interrumpido sorpresivamente por Shun
-No tiene nada que ver con mi hermano… quizás lo implique tanto a él… como a ustedes, pero no estoy preocupado directamente por él-
-¿Qué quieres decir con que nos implique también?- cuestionó Shiryu
-No sé, es una certeza extraña, tengo la impresión de que algo sucederá- respondió Shun
-¿No puedes ser más preciso?- intervino Hyoga
Shun negó con su cabeza.
-Quizás sea la intuición de caballero- dijo Shiryu, -es natural en todo caballero, no debemos ignorarlo, lo más probable es que sea un mensaje.-
-¿Mensaje?- inquirió Seiya
-Sí, de todos modos, solo queda llegar ante Athena y saber qué es lo que sucede exactamente.
Silencio, se abrió paso luego de haber terminado aquella acalorada polémica. En los minutos siguientes Shun solo se limitó en silencio a ver la ventana, Shiryu leer un libro, Hyoga divagar y Seiya en dormir.
Kiki había ido en otra dirección luego de que ellos tomasen el Jet Privado, usarían su don de la teletransportación para así traer la información desde Egipto. Una vía bastante llena de riesgos, pero la más inmediata y necesaria. Shun pensaba claramente en demasiadas cosas, entre ellas, al igual que sus amigos, no entendía en lo absoluto la razón por la cual Kannon al parecer estaba otra vez entre los caballeros de Oro.
Para colmo, vistiendo las armaduras de Géminis, ¿qué era aquello? ¿Una broma de mal gusto? O quizás simple y sencilla piedad, misericordia por Athena.
Tal es el amor entonces de Athena, que perdonó a quien quiso asesinarla solo por odio. Clara evidencia de que la mejor arma contra el odio… es el amor.
Era temprano por la mañana. Ellos habían abordado el Jet al anochecer, razón por la cual estaban bajándose del mismo y pisando tierras griegas justo esa mañana. Llegar al santuario tomaba unos minutos luego de que se llegaba a Atenas, sin embargo, el medio de transporte que por suerte tuvieron, les dejó bastante cerca del santuario.
Caminaron con las cajas de sus armaduras a paso rápido. Seiya veía a su alrededor con nostalgia, aquel sentimiento creció cuando llegaron a la cuidad que rodeaba el santuario. Saludaba a quienes se interponían en el camino, hasta que vió caer una rosa de color rojo en el suelo.
Calló una, luego otra. Quien las traía había tropezado, por el porte de aquel, arrojaba a que era una mujer, una mujer que Seiya conocía perfectamente.
-Vaya vaya, Seiya- dijo aquella mujer, vestida de guerrera, que ocultaba su rostro bajo una máscara de porcelana. El mismo sonrió al momento en que recogió las rosas, al mismo tiempo, los chicos se detuvieron
-¡Shaina!- dijeron a coro los tres, Seiya le entregó las rosas nuevamente a la misma
-veo que eran ciertos los rumores de que serían llamados- dijo Shaina
-Sí, hemos venido de inmediato- respondió Seiya -¿A dónde llevas esas flores, Shaina? ¿Acaso por fin dejarás tu amargura de lado?-
-Son para Casios, Seiya- dijo Shaina casi automáticamente, luego de que Seiya acabara de pronunciar sus palabras.- espero que no terminen muertos tan repentinamente como su regreso- añadió, y continuó con su camino.
-¿A qué te refieres?- dijo Hyoga
-Nos veremos después- dijo la misma, desapareciendo entre la gente de aquel pequeño pueblo. Seiya alzó su mirada al cielo, completamente seguro de que, el camarada Casios, alumbraba el camino de los caballeros y Shaina en cada pelea desde su estrella.
Entre amargos recuerdos y pesares, continuó junto a sus amigos.
Esa era la vida que él había escogido, la vida de un caballero. Allí había pérdidas dolorosas y ganancias gratificantes. Era una guerra contra el destino bravío.
Paredes imponentes, edificaciones antiguas. Habían llegado por fin al santuario.
*
To be continued...
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