Estaba claro, todo el mundo estaba mostrando su verdadero interés, el universo que la rodeaba no era el que ella hubiese esperado... hubiese soñado. Esta era la respuesta a la negación que le habían dejado frente a sus narices, una que comenzó a ignorar con la esperanza de que desapareciese, pero la verdad, luego de tanto intentarla esquivar acabó golpeándola brutalmente.
Una vez más.
Nadie en realidad entendía.
Estaba entonces ahí, el responsable, el verdugo que la arrastró a la guillotina.
Una presunta cachetada era la razón de aquel aparente cataclismo, y ante la sarta de maldiciones ella solo guardó silencio. Otra vez.
No había nada que refutar.
-Una semana- apuntó al escuchar el titubeo furioso de quien tenía al frente.
-¿Una semana?- repitió incrédulo él -¿Para qué?-
-Está claro, para terminar con todo- dijo ella con su mirada fija y fría.
-¿A qué te refieres con todo?-
-Todo, maldita sea, ¡Con todo!- explotó ella tomando su morral negro -con las mentiras, tus quejas, mis caprichos, la culpa, las negaciones, el mundo... ese que formamos sobre un terreno baldío que no es fijo, si no de galleta, y e el que derramaron leche antes de un terremoto.
Se colocó su chaqueta y pasando de largo junto a él lo dejó perplejo, completamente en shock, sin entender nada. Salió de la sala del club de arte audiovisual.
-Rayos...- musitó para su mismo -¡Ángel, ¿a qué te refieres con eso?!- gritó.
Desapareció.
Completamente destrozada.
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Si, creo que publicaré aquí una de mis historias, completamente de mi autoria, sin personajes y/o artistas ajenos a mi misma.
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