21 noviembre 2011

#08


-¡No tienes idea de lo que dices!- grité exasperada, a punto de propinarle una pesada cachetada en su estúpido rostro perfecto
-Ah, ¿no?, ¿entonces tu si la tienes?- se detuvo en seco frente a mí, mirándome despreocupadamente, que facilidad enorme de hacer perder la paciencia. Que ganas tas enormes tenía de patearle el trasero. Giré mi cabeza entonces a la deriva de manera grosera. 
-¿Ves? tampoco sabes que hacer- apuntó
-Que guarde silencio no quiere decir que no sepa que hacer- inquirí cruzándome de brazos
-¿Qué harás ahora?-
-¡¿Yo qué se?! Tengo... que pensar, o no se, ¡No se me ocurre nada aún! ¡Pero se me ocurrirá! ¡Lo juro!- grité completamente enojada... ¿cuál fué su respuesta?. Carcajadas, carcajadas que proliferaron a mi alrededor, dejándome atónita. ¿Se estaba ahora burlando de mi?. Estúpido niño.
-¿¡Ahora qué es tan gracioso!?- me quejé como es obvio
-Que yo si se que hacer- dijo, lo miré con una ceja alzada y se acercó un poco más a mi rostro -guardame el secreto, ¿si?- asentí luego habló. Cual niña impresionada con los ojos abiertos como platos. Fué entonces cuando se acercó a mi con velocidad, y como una efímera estrella fugaz, se acercó a mi y depositó un suave beso en mis labios. Me quedé entonces muda.

Se alejó y sonrió.

-Quizás no tendré idea de lo que digo, pero a veces si de lo que hago.-



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