Recordando sus palabras, continúe mi viaje repentino, descubriendo mundos artificiales, y fantásticos, basados en su insistencia por la magia, con solemnes garitas de mármol, custodiadas por arlequines de sonrisas falsas y engañosas. En una ocasión acompañaban a un mimo de ojos tristes, que lloraba lagrimas de tinta negra, cuando llegué cerca de los descritos anteriormente, me observaron dos de ellos fijamente, mientras el mimo seguía lamentándose.
-¿Qué ocurre algo?- cuestioné dubitativa en acercarme o no, los arlequines se miraron entre si, como preguntándose si responder o no
Uno sacó un cartel “siempre es así” era lo que decía
-¿siempre?- cuestioné lo evidente, un poco confundida
“La vida es así” me respondió el otro, respectivamente, con otro cartel
Me miraban con ojos vacíos y atentos, hacían que me sintiese amedrentada. Sus vestiduras eran de colores básicos, negros y blancos, y en algunos casos como en sus mangas, de color rojo. Parecían sacados de un circo, un circo macabro y oscuro, con payasitos hipócritas y hadas estafadoras. Justo como mi mundo original.
El mimo con rostro triste, solo se sentó en el suelo, posando su cabeza en sus manos. Miraba en un punto desconocido, completamente absorto en sus pensamientos.
-¿Qué sucede contigo?- interrogué. Los arlequines hicieron un extraño movimiento, acercándose bruscamente al mimo para detenerse frente a él, ocultándolo de mí
“es un mimo que sueña con cantar” ahora me respondían con otro cartel, en sus rostros podía notar su burla, sus malintencionadas sonrisas se dibujaban sobre sus mascaras de cerámica que brillaban vivamente.
Sentí pena por el pobre mimo, sin embargo me fue imposible acercarme.
Percibí el sonido del chasquido de unos dedos, viré mi vista de inmediato. Cuando volví mi vista hacia el frente, ya no habían callejuelas ni arlequines, sólo un enorme pasillo de color negro, que parecía no tener fin.
Otro chasquido sonó, haciendo eco. Entonces en mi espalda sentí leves empujones, unas manos delgadas y ansiosas me obligaban a moverme de mi lugar. Eran goles suaves, pero concisos y seguros, definitivamente su intención era empujarme hacia adelante. Intenté girarme para ver quién era, solo sentí otro empujón más fuerte.
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Sabes que es parte de la historia que estoy escribiendo desde aquella vez, no recuerdo que fecha era exactamente, solo se que escuchando 'halo' de Beyoncé lo recordé, aquella aventura que comencé a vivir desde que sucumbí en tu magia especial. Gracias por esos minutos de tranquilidad que me concebiste, gracias por enseñarme que significa en realidad el amor.
Gracias por ser tu, por no abandonar, gracias por demostrarme la perseverancia a si mismo.
Gracias por esas canciones que me hacen feliz, gracias por ser el destello de luz entre la oscuridad, por ser mi confidente, mi impulso a seguir adelante, mi complice en esta aventura que es mi día a día, por lo que es vivir.
Gracias por ayudarme a luchar contra mis antipatías.
Happy B-day, mi caballero de plata
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