La exclamación de Atenea
Luz tenue, piedra caliza por doquier, bañada con el celestial y cálido cosmos de la imponente Atenea.
“Shaka … ¿Shaka?” murmuraba una oscura voz, oscura, pero comprensiva, digna eufonía celestial proveniente de mas allá de los 5 sentidos habituales. Retumbaba alrededor mientras una delgada y dorada figura de un niño yacía sentada frente a una estatua de Buda. Buda que aguarda a cualquier ola errática de cosmos chispeante de poder plateado. Buda que aunque era un Dios, no brillaba con la misma intensidad que los cabellos dorados de aquel niño, de Shaka ahí, observando sin ojos terrenales sus penas.
“¿Por qué estás tan triste?” continuó la voz, susurraba a Shaka “A pesar de sólo poseer 6 años, te sientas ahí día tras día… ¿Qué es lo que te apena tanto?”
-es que los he visto otra vez- repuso Shaka en un murmullo que fue pronunciado mas allá de sus mismísimos finos y pequeños labios con voz de terciopelo –Muchos cuerpos flotando a la orilla de río Ganges, a la orilla del mismo- dio una pausa aspirando una bocanada de oxigeno –Muchos peregrinos provenientes de cada rincón de la India, allí rezaban y se bañaban…-
Una pausada pero pendenciera brisa se paseó por el lugar, arañando las mejillas de Shaka con su cabellera de oro brillante, procurando un par de segundos mudos
-al verles allí- continuó Shaka concentrado, su voz parecía entrecortarse –me pareció percibir, que más que celebrar a la vida… celebraban la muerte-
El contraluz de aquel día que agonizaba para darle paso a la sigilosa noche hacía brillar la piedra caliza del enorme buda, hacía brillar la blanca piel de Shaka, que permanecía inmóvil, en su letargo singular en contacto puro con el universo.
-¿Por qué?- se lamentó -¿Por qué he nacido en este país tan pobre? ¡En este país agonizante!, en donde está claro que el único punto de llegada, es la certeza de morir, ¿qué acaso solo nacemos para padecer dolor y derramar lágrimas?-
“¿Por eso estás triste?”
-¡Por supuesto!... ¿Quién desea una vida tan llena de tristeza?- murmuró Shaka
“Te equivocas” sentenció aquella voz “Donde hay tristeza, hay alegría… y viceversa… Las hermosas flores nacen solo para acabar marchitándose, en este mundo… todo está sometido al cambio constante, siempre incomprensible para unos, siempre en movimiento, y lo mismo se establece cual ley irreversible en la vida humana”
-Pero, si al final del camino solo nos aguarda la muerte… entonces… ¿¡No es la tristeza lo que ahoga nuestras vidas!?- exclamó exasperado Shaka –Por mucho que usemos nuestras fuerzas oponiéndonos al dolor y al sufrimiento… en una búsqueda absoluta del amor y la felicidad, ¿no queda todo eso reducido a la nada debido a la muerte?-
Un par de lágrimas cristalinas, puras y exquisitamente saladas bajaron por las tostadas mejillas del niño Shaka, creando interminables surcos en su piel.
-Si ese es el caso… ¿Por qué nacemos en este mundo?, en el que no podemos desafiar algo tan absoluto y eterno como la muerte- continuó en su lamento
“Shaka… ¿acaso lo has olvidado?”
-¿olvidado?- cuestionó el niño
“Eso…”
(…)
¿Sabes cuantos pétalos de cerezos pueden caer de un árbol de sakura en un par de soplidos de viento? Esa pregunta me la he hecho muchas veces divisándolos caer con tanta gracia y armonía con su entorno. Como brillan como si fuesen un pedacito de magia efímera.
En este instante oportuno brillan junto a cuatro cosmos en su lustroso apogeo, Shaka tiene 20 años ahora, y con su despampanante armadura de virgo de oro, protege a la Diosa Atenea con su mismísima vida.
Con sus ojos cerrados, ha recordado aquella conversación que tuvo cuando niño.
-Eso…- murmura.
Camus, caballero de Acuario, Saga de Géminis y Shura de Capricornio son sus adversarios inmediatos en aquella carrera contra Hades. Shaka no puede evitar sentirse decepcionado por aquellos compañeros de lucha que eran ciervos leales a Atenea… ahora se dejaron cegar por el avaricioso deseo de vida eterna, ahora estaban peleando con él; se habían convertido en pecadores, y cederían su orgullo de caballero.
La cuestión de aquellos minutos era una simple, pero dolorosa; Shaka era invencible a menos que usasen aquello llamado “la exclamación de Atenea”. Una técnica prohibida desde tiempos ancestrales, debido a su fuerza, fuerza comparada con el llamado “Big Bam” supuesto creador del universo.
Shaka poco a poco, con su poder irreductible, clara certeza de que era lo más próximo a un Dios entre los guerreros de Atenea, les hizo perder varios de sus sentidos a sus tres adversarios, que entre su encrucijada por morir o matar a Atenea, decidieron practicar la técnica prohibida
-Eso es lo que quieres, ¿verdad, Shaka?- Exclamó Saga, -¡Lo haremos!, ¡Te aniquilaremos con la exclamación de Atenea!-
-Qué bueno que lo comprendiesen- dijo Shaka aun con sus ojos cerrados como de costumbre –Pero ya es un poco tarde, así que, ¡Espero que el último golpe venga hacia a mí antes de que les arrebate sus últimos sentidos!-
Y en un movimiento veloz, Shaka con su aura resplandeciente, se preparó al ataque, mientras aquellos tres caballeros guardianes de oro que alguna vez fueron sus compañeros, llamaron a la exclamación de atenea, aquella práctica prohibida.
Abrió sus ojos celestiales, llevando más fuerza a su ataque y a su fé inquebrantable, saboreando la única verdad que recordó desde aquella vez
(…)
“Shaka… ¿acaso lo has olvidado?”
-¿olvidado?- cuestionó el niño
“La muerte no es el final de todo, la muerte no es más que otra transformación”
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Dato Curioso; El río Ganges es el primer río mas sagrado en la India, y es el primer río más contaminado en el mundo.
Texto Inspirado en la Saga Saint Seiya, de Masami Kurumada, en el Capítulo 09 de la Saga Hades, llamado "El fin del Orgullo".
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