-Ya llegó la hora-murmuró para si mismo, sumergido en miles de incógnitas hacia el futuro cercano que sin remedio, comenzaba a odiar con todas sus fuerzas. No tenía ganas para dejar de odiarlo, pero tampoco tenía ganas de odiar. Solo quería cerrar los ojos, y cegarse, dejar de oír, quedar sordo, juntar sus labios... enmudecer su alma. ¿Qué era aquella situación? ¿Por qué dolía tanto el corazón? Y la pregunta del millón, la única interrogación; ¿Porqué precisamente él?
Y no era que se había ido un amor, ni mucho menos que alguien más había desaparecido, es más, seguramente ni siquiera sentía dolor alguno, era una posición neutral, una que sigue después de un enorme lapsus de rabia infinita, que estalla en sus cinco sentidos habituales, grita al mundo, llora al universo, y le reprocha al creador.
¡Solo eran olas erráticas de una exquisita rabia maléfica y diabólica que era tan preciosa como una rosa con miles de espinas puntiagudas!
Una rosa de color celeste, que cambió a negro tenebroso como las tinieblas que lo abrazaban.
Y no había nada ni nadie, no había el final de un túnel o la probabilidad de recibir un pellizco para salir de aquel mal sueño, ya los intentos de escape habían desaparecido por completo, no había modo de escapar.
No sentía ni su propia cosmoenergía, era como si poco a poco, sus recuerdos y más desapareciesen, o se mezclasen, formando una efímera y miselanea película con escenas en mal estado cual película antigua, muda, sin siquiera sonido incidental. Poco a poco eran como viejas fotografías, hasta consumirse en la llama de una vela que el no conocía su origen o verdad.
-¡Perfecto!, es perfecto- se dijo a si mismo -ser la reencarnación del mal, ¿qué podría tener de malo?- ahora el peso era más grande, aceptándolo solo se sentía engañado, él mismo era su peor y más despiadado enemigo.
Soltó una risita claramente de ira, rencor... sarcasmo, minutos después en su rostro se dibujó una sonrisa pedante.
Maldad, ¿Qué demonios podría ser la maldad? ¡Solo una fanfarronería por medio de la cual el ser humano tiene la excusa de herir a los demás! Oh Hades, señor de las tinieblas del inframundo que ahora lo envuelve, raptor de Persefoné, condena de Atenea, ¿Por qué? ¿Acaso tienes la razón? ¿Por qué él? ¿Por qué ahora?
¿Por qué no respondes?
No entiendes que está a punto de estallar.
Que se siente de lo peor por aquella decepción.
Hay muchas preguntas. Cuestiones. Y no una respuesta.
¿Por qué no respondes?
¡Habla de una buena vez! y dime si esta bien o mal que se sienta culpable por todo.
¿Es su culpa?.
Shun, claro que no lo es...
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