Ya era la decada de los 40, y Miyuki Ishikawa trabajaba como directora en la maternidad de el hospital de Kotobuki en Tokio. El número de bebes aumentaba, a la vez que disminuían las posibilidades de atenderlos a todos como se debía. Todo aquello se convertía en una enorme presión para la mujer, que desesperada, llego a una conclusión: evitarles una vida mediocre y sufrimiento a los recién nacido dejándolos morir.
Extraído de Escalofrío.com
Nace una asesina
Miyuki nació en 1897, en el pueblo de Kunitmi, dentro del distrito de Miyazaki. Realizó sus estudios superiores en la Universidad de Tokyo y tras graduarse entabló una relación con Takeshi Ishikawa, posteriormente contrajeron nupcias, pero su matrimonio no produjo hijos.
Para ayudar en su hogar, Miyuki consiguió un empleo como directora en el ala de maternidad del hospital Kotobuki, lugar donde trabajaba asistiendo partos. En aquel tiempo Japón no reconocía licenciatura sobre esta práctica.
Durante su trabajo Miyuki también revisaba los reportes hechos sobre los padres y sus antecedentes, así descubrió que muchos de ellos eran pobres y no tenían los ingresos suficientes para mantener una familia sin sufrir necesidades económicas. Ante esta situación la partera Ishikawa, buscó la ayuda de organizaciones de caridad y servicios sociales, pero al no recibir respuesta positiva, Miyuki se encontraba en un serio dilema moral, su desesperación aumentaba en la medida que la lista de futuras madres crecía. Frente a este percance la comadrona Ishikawa halló una solución escalofriante, y pronto los bebés comenzaron a nacer muertos.
La Matrona infanticida
El número exacto de víctimas es desconocido, pero los casos confirmados indican que Miyuki asesinó por lo menos 103 recién nacidos. Su modus operandi era negar el cuidado a los recién nacidos hasta que estos morían de hambre y sed o agotados por los continuos llantos que les debilitaban y acababan muriendo sofocados.
Esta repugnante práctica hizo que todas las matronas de la maternidad del hospital Kotobuki presentaran su renuncia de inmediato. Mientras Ishikawa comenzó con su ola de infanticidios; una vez que el bebé nacía ella los abandonaba y por ende perecían ante la falta de cuidados.
Sin embargo Miyuki no se detuvo y pronto comenzó un negocio de muerte con su esposo Takeshi, convenciendo a los padres de pagar alrededor de 4000 yenes, cantidad que no se comparaba a los gastos que representaría mantener a estos niños “no deseados”. A cambio ella les libraría de la carga de forma permanente.
Para el correcto funcionamiento de su macabro plan tenían de cómplice al doctor Shiro Nakayama, cuya labor era falsificar los certificados de defunción con ayuda de su asistente Kishi Masako de 25 años. Para cubrir sus acciones los criminales dieron sobornos en las oficinas del barrio de Shinjuku.
Cuna de muertos
Después de que Miyuki y sus cómplices fueron ajusticiados, la policía continuó investigando y pronto descubrieron 40 cuerpos esparcidos en el barrio de Shinjuku. También encontraron 30 cuerpos más en un templo, el estado de descomposición y la cantidad de restos que había, dificultaron la determinación del total de víctimas. Hasta el día de hoy se desconoce el número de muertos a manos de la partera infanticida. Las autoridades clasificaron sus actos como crímenes de omisión, ley que justificaba las acciones de Miyuki.
Por esta razón ella fue sentenciada a sólo 8 años de prisión, mientras que Takeshi, el doctor Nakayama y su asistente Kishi Masako recibieron 4 años de encarcelamiento por ayudar en los asesinatos. En 1952 la pareja apeló a sus sentencias y la corte superior de Tokyo revocó su tiempo en prisión por la mitad de la sentencia oficial.
Este incidente permitió que el gobierno japonés considere legalizar el aborto, debido al número de infantes no deseados que nacían en Japón. El 13 de julio de 1948 se creó la “Ley de protección contra del cuerpo de la madre”, norma que estableció en primera instancia el “Sistema Nacional de exámenes para matronas”.
Un año más tarde, el 24 de junio de 1949, la ley de abortos por razones económicas fue legalizada bajo la supervisión de la “Ley de protección contra el cuerpo de la madre”. Queda claro que las atrocidades cometidas por la matrona asesina trajeron un balance en el sistema de leyes y regulaciones japonesas.
La sentencia de ocho años de cárcel reducida a cuatro fue ridícula, se estima que Miyuki dejó morir a entre 85 y 169 recién nacidos, aunque la cifra oficial es de 103, esto la convierte en la asesina en serie con mayor número de víctimas de Japón. Miyuki prácticamente quedó sin castigo gracias al vacío legal que existía en Japón, que no consideraba el abandono de un recien nacido como asesinato, únicamente la muerte directa estaba penada.
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