26 abril 2011

Martes 26 de abril de 2011



Ayer comencé a leer una recopilación de cartas que adaptó Paulo Coelho. En la portada del libro (que se llama “Cartas de amor del profeta”) leí: “estamos en todos, y todos están en nosotros, El poeta y el criminal conviven en el corazón de cada hombre”. Y oh Dios, confieso que lo entendí, te recordé, justo cuando en mis extrañas penas junto a Jouliane me estuvieron aguantando. Si, como hoy, no quería encerrarme entre las cuatros oscuras paredes de mi casa una vez más, y es que esto resulta raro en mí, no tengo la costumbre de salir de mi casa muy a menudo y si no lo amerita la ocasión. Ahora siento que descubro el mundo a través de mis propios límites… y eres uno de los que tienen la culpa... ¡Si la tienes!, nunca había sentido cosas tan distintas, tan especiales, cosas que odio pero que me gustan a la vez.
Un poeta y un criminal, dos conceptos bastantes distintos si lo vemos superficialmente, pero tan ciertamente hermanos que parece verdaderamente impresionante. Un poeta representa sus sueños, ilusiones y anhelos a través de las letras, y es un criminal que roba sus frases a un Dios bohemio y dormido, como bien lo ha dicho Arjona.

¡Sí!, lo recuerdas, eso lo supe gracias a ti, no había oído esa canción a decir verdad, me di cuenta de mi triste realidad: creí conocer la soledad en todos sus aspectos, pero no, no la conozco en realidad.

Solo soy una niña ingenua que cree que tiene el mundo en sus manos.

La falsedad más grande del planeta.

Ahora me siento como una estafadora de sensaciones, una chica con fé ciega y estúpida en algo que jamás va a suceder. Ni siquiera tengo el valor para decirlo concisamente porque temo caerme de la nube en la que me he subido. ¡Es ridículo! ¡La clara prueba de que yo soy la chica más ridícula que puede existir!
¿Y todo porque razón?, por tu forma de tratarme. O quizás el misterio que me seduce al no oírte hablar y tener la certeza de que estás observando algo más allá de lo superficial. No eres alguien normal, esa puede ser otra razón.

Temo ahora por mí, mis mentiras, mis fachas… sarcasmo eterno, que no es más que una clara evidencia de que soy tan sensible como un copo de nieve que no debe ser expuesto al sol. Mi mecanismo de auto-defensa.

Tengo miedo, de ser ingenua y creer. Temo creer y equivocarme.

Temo que descubras lo que estoy pensando, y que me veas como la estúpida niña que soy.

JacklitZ

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