04 abril 2012


-¡No!- contuve la respiración luego de mi alarido al llevarme ambas manos a mis labios, reprimiendo las palabras malditas que diría si no las detuviese en esos mismos instantes, lagrimas negras por el delineador viajaban por mis mejillas, no importaba, se confundían pronto con las gotas de lluvia, que las transmutaban en mágicas gotas grises que acababan desapareciendo incoloras al llegar al suelo. Estaba yo entonces, arrodillada sobre el granito frío sobre los charcos acuíferos de mi alrededor.


-¿Pretendes seguir así siempre?- oí de mi acompañante justo frente a mi, vestía ropas oscuras igual que yo, y si, parecía que toda la escena y nosotros estábamos para alguna filmación... quién diría que acabaría así en aquel lugar. Bajé mi cabeza al oír sus palabras, sintiendo como se repetían en mi mente una y otra vez. Negué finalmente, absorta en pensamientos suicidas.

-No, ahora soy yo quien lo dice- susurró él en un hilo de voz que destrozó mis locuras mentales en un santiamén y ¡Bum! se arrodilló frente a mi, atrapándome con la mirada, apartó las manos de mis labios -Invisible ha sido la manera en la que te he observado...- dijo, bajó otra lágrima por mi mejilla al oírle

-Invisible ha sido la manera en que te he amado- respondí, sabía que eran mis propias lineas escritas... que fatídica sensación. 

-¿Invisible para siempre?- continuó

-Invisible por siempre- respondí

-¿Y que será entonces de la dulce primavera? ¿ha de ahogarse en nefasta oscuridad solo por caprichos de un alma agonizante? ¡Que blasfemia!-

-¡Blasfemia por los olímpicos! Justicia por los descarriados, los malcriados que ahora yacen observándose entre un campo de rosas con perfume embriagador- casi automáticamente ladeé mi cabeza hacia un lado, tal y como lo describí en la obra que interpretábamos no se por que razón

-¿Será la oscuridad merecedora de un campo de rosas? ¿Será la Duat, merecedora de rosas preciosas desteñidas de tu sangre, solo por mi gusto?-

Extendí mis brazos hacia el frente, con una lágrima de gozo cruzando mi mejilla

-Llévame contigo- supliqué, se acercó a mi y rocé mis muñecas con su cuello, en pocos segundos, dudando rodeó mi cintura apretándome a él.

-Hades ha de arrastrar a la bonita Persefoné a la oscuridad- susurró a mi oído

-Persefoné no ha de desear otra cosa- respondí, dejándome llevar hacia donde quiera que me llevase, al fin y al cabo, me raptaría hacia los infiernos, y allí, solo por estar acompañada por él, sería feliz.

0 Opiniones:

Publicar un comentario

¡Gracias por querer compartir tu opinión! :)