08 marzo 2012

Welcome to the Universe [Capítulo#O5]

Capítulo O5: Lacitos de azúcar y vinagre

¿Qué color debía usar? Optó por un color azul oscuro, así que su blusa manga larga, y su falda eran del mismo color, claro que el tono oscuro de la falda era más intento que el de la blusa, recogió su cabello el broche como de costumbre y luego de maquillarse un poco bajó las escaleras colocándose un par de sarcillos de aros plateados, ya casi lista.

Abajo había alguien con pijama.

-Joder, cada vez te traes más tu ropa para acá, ¿no?- dijo Mary acabándose de colocar los sarcillos frente  a un espejo que estaba cerca de la entrada de la cocina

-Pa’ que veas que me gusta esta casa- sonrió Jonathan acabando de dejar varias cosas sobre la mesa, alzó una ceja cuando volteó a ver a su prima, que acababa su laboriosa acción.

-Shit, no puedo colocármelo- se quejó divisando el par de aros plateados que pretendía colocarse, Josh se acercó

-Jamás podrás ponértelos si tienes esto mal alineado- regañó reparando la pieza plateada -¿a dónde vas?

-¿Yo? Por ahí…- dijo ella acercándose a él, divisando la labor que él llevaba con sus manos y los sarcillos -¿ya? ¿O tendré que ponerme otros?-

-Espérate, llegas tarde a todos lados, que ahora suceda lo mismo no afectará en lo absoluto-

-¡Quiero llegar temprano!-

-¡Espérate, niña!-

Espero un par de segundos.

-¡tardas mucho!-

-¿Por qué la prisa?-

Ella suspiró resignada, en ese instante llegó Gladys con un par de bolsas, y al ver a su hija tan arreglada preguntó lo evidente.

-Saldré al centro comercial para comprar algunas cosas para el proyecto del video.-

-¿Con Nani?-

-¡No mamá! Iré con el chico que te mencioné-

-terminé- dijo Jonathan dándole los sarcillos de mala gana

-¿y a ti ahora que te picó?- Chilló Mary

-Nada, ¿qué no te ibas ya?-

-estás demente.- giró a ver a su mamá –adiós, regreso en un par de horas-


Ignorando la grosería de su primo, y colocándose su bolso corrió hacia la puerta para irse por fin, estaba emocionada, y no dejaría que nadie le quitase ese bonito sentimiento. Se sentía como en esas películas en las que corres a la primera cita y todo sale de maravilla, aunque claro está, ella no iba a ninguna cita; es solo un par de compras que hará con compañía. Se lo repitió unas cuantas veces más en el autobús, y otras más cuando entró al centro comercial.  Divisó su reloj y notó que iba sobre la hora, rayos, tenía que correr.

Había quedado de encontrarse con él frente al cine, cuando llegó al mismo divisó a mucha gente como era obvio, aunque resulte extraño, las funciones nocturnas en ese cine siempre eran muy frecuentes, miró hacia ambos lados insistentemente tratando de localizar a Joshep, lo hizo luego de algunos minutos, sonrió sin poder evitarlo.

Ahí estaba él, con unos jeans oscuros y una camiseta blanca. Sencillo pero sonrojante, ella le hizo una seña y se acercó con rapidez

-siento llegar tarde, ¿te he hecho esperar mucho?-

-ni tanto.- repuso él –unos cinco minutos, supuse que llegarías tarde, así que traté de no venir tan temprano

Ella no pudo ocultar su cara de vergüenza

-¡No te preocupes!- rió él –soy igual, claro, si no es algún ensayo de baile- sonrió

Ella sabía que eso era mentira.

-oye, ¿te gusta el helado?-

-¿eh?-

-sí, eso, mira, ahí hay una heladería- Joshep la tomó de la mano luego de decir eso y la llevó hacia allá –quiero quitarte la vergüenza- sonrió –no quiero que creas que soy un amargado ni mucho menos.-

-nunca lo he pensado.- rió Mary haciendo su mirada hacia un lado -¿no sería mej…- él la interrumpió

-te regalaré un helado y punto- dijo juguetonamente, -¿Cuál es tu favorito?-

-Oreo- dijo tímidamente ella

-perfecto.-

Y así fue, Joshep compró los helados y se sentaron en unas mesitas muy graciosas frente a la heladería, habían familias, novios y amigos por doquier, haciendo bullicio y comiendo animadamente los helados. Optaron por sentarse en una de las mesas más apartadas, estaba más cerca de la tienda a la que irían luego de comer el dulce.

-¿napolitano?- dijo Mary tratando de sacar conversación

-sí, siempre me ha gustado, aunque soy del tipo de personas que es obsesiva maníaca por todo tipo de helados-

Mary rió un poco por los gestos de Joshep.

-¡Es enserio! De pequeño sufrí varias indigestiones por eso, sin embargo no deje de probarlos- tomó un poco más y señaló el de ella -¿y tú? ¿Solo gustas oreo?

-Jaja, cada vez que puedo sí, no suelo comer mucho helado, cuando lo hago solo intento que no sea de fresa, la odio-

-¿por qué?-

-no lo sé… parece ser color rosa, odio el color así que… me da miedo intoxicarme- sonrió ella comiendo el rico helado de oreo, Joshep rió también

-es peligroso, ¿eh?-

-algo-

-Oye, disculpándome antes por interrumpir esta apasionada charla a cerca de los peligros del sabor rosa- rió Joshep – pero, quería hacerte una pregunta-

-¿pregunta? ¿A mí?-

-Sí, verás, es en realidad una duda. No quiero cometer errores.-

Mary alzó una ceja sin entender muy bien, frunciendo el ceño extrañada. Joshep hizo a un lado el helado y se tornó un poco más serio

-Tu… ¿tienes algún lazo fuerte con… Jonathan?-

Mary estaba que no lo creía.

-¿eh?-

-eso-

-L-lo siento- tartamudeó dejando el helado ella también de lado –no entiendo el punto-

-vaya que lo entiendes, ¿podrías solo responderlo?-

-Si a lazo te refieres a que prácticamente nos criamos juntos, si, si lo tengo, es como de mi familia-

-Familia…- susurró Joshep –familia- dijo como queriéndose convencer a si mismo tomando nuevamente el helado

-no me lo tomes a mal, pero, ¿a qué se debe esa pregunta?-

-curiosidad- sonrió Joshep viéndola a los ojos –wow, no me había fijado que el color marrón de tus ojos brillaba como el cobre-

-¿c-cobre?- casi chilló Mary ante la ocurrencia de quien la acompañaba

-Sí, brillan distinto, me gustan-

Mary se sonrojó horriblemente, tomó un poco de helado y no supo que más decir. Él pretendía algo, él sabía cómo lograr cambiar de conversación y él sabía cómo callarla fácilmente. Estaba perdida. Solo había otra persona que podía hacer eso, y esa persona… le había hecho un berrinche antes de darle sus sarcillos al salir, ¿Qué le sucedía a ese mundo?, ¿Qué sucedía con esas preguntas tan extrañas? ¿Lazos con Jonathan? ¡Por favor!, esto no pretende ser una comedia ni mucho menos.

-lo siento- aquel murmullo pareció sacarla de sus pensamientos, alzó su mirada quedando contra la de Joshep, en una encrucijada sin posibilidades de volver atrás. –no quería hacerte sentir incómoda, ¿vamos a comprar lo que vinimos a comprar?-



*



Una bolsa muy pesada, dejó descansar su brazo en cuanto la dejó en el suelo al llegar a la puerta de su casa. No pudo evitar escuchar el sonido amplificado de una pista de audio, el Bolero Sabor a mí, que cantaba su madre como solo ella sabía hacerlo. No pudo evitar sonreír al escucharla, ensayaba para dar lo mejor de sí a diario y ya se sentían resultados, entró finalmente.

-¡Cariño!- dijo Gladys bajando el volumen de la planta de sonido, se encontraba ensayando en la sala de estar -¿Cómo te fue?-

-¡Bien mami!- dijo como una niñita Mary, dejando la bolsa sobre el sofá –mañana te contaré todo, tengo mucho sueño- se acercó a abrazar a su madre

-Si tienes hambre hay comida en la cocina, y vete a dormir de una vez, ¡No te pongas hasta tan tarde a  escribir! ¿Ya tomaste tu vitamina?-

-Mamá- dijo Mary soltándola –no te pongas pesada, ¿sí?, hasta mañana- besó su mejilla y cruzó la sala subiendo escaleras arriba. Era mentira que moría de sueño, lo cierto es que, era cierto que había pasado unos bonitos momentos pensando en su video y comprando todas las cosas, pero esa preguntilla no se le iba de la cabeza, no entendía por qué él la había hecho. Cuando llegó al borde de las escaleras lo recordó.

-¿y dónde está Jonathan?- dijo lo suficientemente fuerte como para que su mamá escuchase

-no lo sé, se fue a arriba hace mucho- dijo su madre regresando a lo suyo, cuando Mary divisó con más detenimiento el pasillo al frente de ella rectificaba aquella afirmación anterior, por supuesto que había estado ahí, había un desastre.

-¡Rayos, Josh!, ¿Qué haces usando una llave?- dijo levantando del suelo dicha herramienta de ajuste, y terminando de abrir la puerta de su habitación -¿qué ahora eres ingeniero o qué? ¡Y luego me preguntas por qué digo que eres un extraterres…- se detuvo en seco al ver hacia la cama, estupefacta por lo que sus ojos le mostraban.

¿Eso era lo que la molestaba todo el tiempo? Jamás lo hubiese imaginado, había olvidado lo que era ver a su primo dormir, estaba durmiendo, así tumbado boca arriba sobre la cama. Se acercó a la cama dejando la llave sobre el buró y jaló una sabana que estaba debajo de su pierna derecha, la abrió y extendió sobre su cuerpo.

-Joder Josh, mañana me las pagaras- sonrió ella malvadamente al acabarlo de arropar con la sábana blanca –podría hacer algo justo ahora que estas indefenso, pero no sería digno de un caballero de Athenea, ¿verdad?, ¡Mary de Escorpión tiene orgullo!- dijo ella haciendo una pose tal de un superhéroe. Y riéndose a sí misma por tal tontería, salió de la habitación del extraterrestre narcisista.

Bostezó ignorando lo demás en el pasillo, y yendo directo a su habitación, estaba harta de estar pensando tanto, iría a dormir de una vez por todas. Al abrir la puerta, de inmediato se deshizo de sus accesorios y fue a remover el maquillaje. Ya con su pijama lista y agradeciendo que el siguiente día sería un viernes fue a su cama. Cerca de la misma, tenía una pequeña mesita, en la que ponía los libros que leía antes de dormir y estaba sobre esta contra la pared su cartelera de ideas, allí, armaba sus ideas con alfileres, trozos de papel y garabatos que recién se les ocurrían. Pero no fue eso lo que le llamó la atención, fue otra cosa que no pudo evitar dejarla más perpleja que ver a Josh dormir.

Una cámara fotográfica, una que ella conocía perfectamente.

¿Qué sucedía?

Prácticamente atónita se acercó a la misma, estática ante tal sorpresa, sin poder creer lo que veía, y no, no estaba soñando. No había lente roto. La cámara estaba reparada, y a juzgar por las herramientas que… maldición, rayos, ¡centellas! ¿Qué se suponía que debía decir o hacer ahora? Tomo la cámara entre sus manos, estaba ahí reparada.

¿Con que lazos, eh? Él siempre la había acompañado, como un hermano amargado mayor, el era todo lo que tenía y casi, casi, casi, en lo que más confiaba…




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