Lo siguiente no es más que un sueño que tuve hace algunos días.
Era un sentimiento tan extraño,
aun lucida, como creo estarlo ahora que escribo esto, lo siento, no sabría cómo
explicarlo, es una mezcla de sentimientos que me inquieta. No sé si fue una
mera ilusión de alguna madrugada febril o que rayos. Solo recuerdo que los
colores estaban visibles, pero a la vez, había una especie de filtro azul en mi
retina, todo lo veía de esta manera. Cuando comenzó, o cuando creo que lo hizo,
yo veía una iglesia, una con paredes blancas, alta, con puntas al estilo
gótico, y enormes campanas inmóviles. Parecía que estaba todo tranquilo, porque
no percibía sonido alguno, a pesar de que se suponía que había un matrimonio,
eso lo percibí al momento en que vi guirnaldas, papelillos y muchos autos a la
entrada del recinto religioso, yo vestía de blanco, o eso percibí, entonces
entró un pánico horrible en mí, iba a
casarme.
Una locura.
Solo tengo 17 años.
Y las palabras se me iban, mejor
dicho, las palabras se esfumaron. Ahora no salen, no puedo escribirlas, todo
era silencioso, es difícil entenderme a mi misma cuando tengo esta sensación,
esta sensación tan extraña, una certeza de que aquello era tan irreal, pero
real a la vez. Un cuadro abstracto de un mensaje enviado a mi sub-consiente.
Apreté mis puños en cuanto noté a un par de niñas vestidas de blanco también,
ladeé mi cabeza hacia un lado divisando sus pequeños rostros tiernos, ambas de
cabellos oscuros, sueltos y bien peinados, con una cesta con pétalos de rosa en
sus manos y unas extrañas marcas en sus ojos. Ambas tenían una “x” en su ojo
izquierdo.
Luego alcé mi vista hacia detrás
de ellas, había una anciana. Una anciana vestida de mora intenso, que me miraba
con furia, me inspiraba miedo, era a ella a quien temía. No sabía definir si
temía entrar a la iglesia por casarme, o por aquella anciana, sabía que alguien
me esperaba con muchas ansias en el interior, no obstante, solo permanecía
inmóvil ahí, a unos metros de la entrada.
En un milisegundo, luego de un
salto de imagen, similar al de las películas de las épocas de antaño,
aparecieron un grupo de hombres, que llevaban un cadáver, una mujer vestida
igual que yo, pero con los ojos marcados con lagrimas… lagrimas con rímel
marcado en sus mejillas, haciendo surcos en las mismas, con formas irregulares
y tétricas. Los hombres se movían de prisa, vestían de negro, y así tan
repentinamente como aparecieron, desaparecieron. Llevaron el cadáver al
interior. Si, dentro de la iglesia, no lo soporté.
Emprendí despavorida una huida
segura, recorriendo calles tan familiares y abstractas a la vez, calles que si
hubiese detallado más, me hubiesen provocado una migraña segura. Corría
escondiéndome, y a la vez corría sintiendo mis rodillas pesadas, corría
desesperadamente pero todo seguía lento a mi alrededor, sabía que solo debía
dar zancadas más grandes, pero me era imposible, mi cuerpo apenas respondía.
Era aquella horrorosa circunstancia en la que tus sentidos eran una mezcla
homogénea, en lo que no sabías que era oír, oler o sentir.
Quería huir, esconderme, pues no
era normal ver a alguien vestida de novia corriendo en la calle, ¿no es así?,
si enviaban a alguien a buscarme de seguro me encontrarían. Otro salto de
imagen nuevamente, como el anterior. Cuando vi hacia el frente vi a un gato
blanco, viéndome fijamente, y extrañamente
le saludé, le hablé pidiéndole ayuda, como si lo conociese desde
siempre. Ese gato se mostró amistoso conmigo, y sin más ni más, me dejó entrar
en su ‘casa’, y no era una caja de arena precisamente, era una casa de humanos,
normal, la sala no la recuerdo muy bien, solo sé que había ropa y que me cambié
de inmediato, me acomodé en el sofá y me quedé plácidamente dormida otra vez.
Soñé de nuevo, dentro del mismo sueño, o no sé qué, y vi a la gata
hablándole a alguien, diciéndole dónde me hallaba dormida… oscuridad de nuevo,
o quizás escenas simples que no puedo recordar con exactitud. Cuando volví a abrir mis ojos, me encontré con que
alguien estaba al frente de mí de nuevo, ahí había un singular personaje del
cual desconocía sus facciones y su nombre, solo sé que ahí había alguien
observándome, un chico. Mejor dicho un hombre, supe que era de unos 24 años al
divisar su rostro, que si bien se que era de rasgos un tanto suaves, se me es
imposible describirle a la perfección, al intentar recordar, veo todo difuso,
misceláneo.
¿Quién era?, me provocaba
sensaciones explícitas y nuevas, tal y como describía con alguno de mis
personajes perdidamente enamorados, ¿era él quien me esperaba en el altar? Mis más
bajas intuiciones me respondieron afirmativamente dicha pregunta, y sin más ni
más, tiñeron de colores de desesperación y culpa mis facciones, me quedé inmóvil
ahí, estática ante quien me miraba, sintiendo que había traicionado a un trozo
de mi misma, que había cometido el peor de los pecados capitales, todo por el
miedo. Él solo me observó también, sumido en quien sabe qué clase de
pensamientos, arrodillado ahí, frente al sofá en que yo había dormido
anteriormente.
Me decía con la mirada que no me
preocupara, pero a la vez me decía que estaba decepcionado, que esperaba un
poco más de mi, a la vez decía que lo entendía, que no tuviese miedo. ¿Qué era
todo aquello? ¿Por qué no me hablaba? ¿Por qué se que lo conozco, y a la vez
desconozco siquiera su nombre?
Hola, ¿sigues ahí? ¿Saldrás de
entre mis sueños? ¿Existes? ¿Acaso eres Hades? ¿Me estoy volviendo loca?
Responde, por favor.
Tengo miedo, tengo miedo de
llegar tarde.
Si no respondes la angustia
continuará, si no respondes, mi migraña empeorará.
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